Un ejemplo de localización es la traducción de una aplicación de software. La localización es un servicio lingüístico destinado a adaptar un producto desarrollado en un idioma extranjero, de forma que no se distinga de un producto desarrollado a nivel local.
Además de la traducción, que constituye la parte esencial de este proceso, la localización engloba otras actividades, como por ejemplo, la creación de bases de datos terminológicas, la traducción de la documentación asociada al software, la realización de tests o la preparación del texto para impresión (Desktop Publishing), y puede causar la modificación de los propios datos y funciones del software, para que el producto cumpla los mismos objetivos del producto original.
Pero la diferencia entre traducción y localización no reside sólo en el objeto del servicio. Reside también en los procedimientos. La traducción es un servicio más sencillo. El cliente entrega el texto de partida y lo recibe traducido al idioma meta. La localización es un servicio más complejo, que requiere de procedimientos basados en un proyecto y la utilización de herramientas apropiadas, y transcurre, muchas veces, de manera simultánea con el desarrollo del producto por parte del cliente, lo que tiene normalmente como resultado frecuentes modificaciones del texto localizado durante la ejecución del proyecto.
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